Al bajar, se dió cuenta de que le habían robado la cartera. Entonces repasó mentalmente lo que llevaba en ella:
una fotografía de su madre, tarjetas de visita, la tarjeta de El Corte Inglés, la Visa...
Lo primero que hizo fue solucionar el problema de las tarjetas avisando del robo de las mismas. Luego se dirigió a la comisaría más cercana para hacer la correspondiente denuncia.
El agente tomó buena nota de todo, pero sin darle aparentemente demasiadas
esperanzas de volver a recuperar la cartera.
Pasaron varios meses y todo siguió igual. Ernesto ya había prácticamente olvidado el tema. Pero una noche, a las 2 de la madrugada sonó el teléfono. Era una llamada bastante extraña.
-¿Don Ernesto Fonseca Gómez?
-Sí, soy yo. Dígame.
-Me gusta mucho su poesía. Escribe usted muy bien.
-¿Y puede saberse quién es usted y cómo sabe mi nombre y mi número de teléfono?
-Eso ahora no importa. Sólo deseo que nos conozcamos.
-Pero... ¿puede saberse con quién estoy hablando?
-Me llamo Paco, y soy ladrón profesional.
-¡Oiga, oiga!, que son más de las 2 de la madrugada y no creo que estas sean horas para ir gastanto bromas de mal gusto a la gente. La conversación me parece puro surrealismo, aunque reconozco que está en lo cierto en cuanto
a que es verdad que hago poesía.
-Es precisamente por eso por lo que le estoy llamando.
-¿Y dónde ha leído algo mío?
-En su cartera.
-¿En mi cartera?
-Sí, en su cartera. Pero tranquilo, que ahora mismo se lo aclaro todo. Hace meses, en el autobús, le robé su cartera
(bueno, la sustraje). Y ahora le estoy llamando porque soy un enamorado de la poesía y me gustaría poder leer alguna
más de usted.
-¡Caramba! Nunca me había sucedido algo parecido. No se si creerle.
-Debe hacerlo, créame. Ahora mismo voy a recitarle la poesía que encontré en su cartera, y que está escrita a bolígrafo y firmada por usted.
-Pues no recuerdo haber guardado ninguna poesía en mi cartera.
El ladrón leyó el poema con tal entusiasmo y una dicción tan perfecta,
que Ernesto llegó a emocionarse.
-Ahora recuerdo -le dijo-. Debió ser una que escribí en el autobús. Suelo hacerlo con cierta frecuencia.
-Veo que el transporte público le inspira.
-¡Déjese de bromas! ¡Esto es increíble! ¡Estoy conversando con quien me robó
la cartera!
-No lo tome usted a mal, hombre. Sólo la sustraje. Fue como algo prestado, ya que pienso devolvérsela.
-¡No!... si encima aún tendré que darle las gracias.
-Oígame con mucha atención don Ernesto, ¿tiene usted algún poemario publicado?
-Todavía no. Mi economía me lo impide.
-¿Aceptaría pues que fuese su mecenas?
-¿Está de broma?
-¡En absoluto! Dispongo de un dinerito ahorrado y me agradaría apoyarle en su obra poética. Soy un romántico. He de confesarle que yo también escribía poesía.
-¿Y por qué se dedica ahora a robar?
-Por infortunios del destino. En la empresa de confección que tenía, mi socio me dejó "pelao". El muy canalla se quedó
con todo... Eso me destrozó la vida y me vi obligado a buscarme una nueva profesión para ir tirandillo. Y créame, un poquito de aquí y otro poquito de allá, he conseguido hacerme con un capital.
-¡Increíble!
-Pues lo que le parecerá aún más increíble es lo que ahora voy a proponerle: pienso costearle la publicación de un libro con sus mejores poesías. Pero a cambio, sólo le pido una cosa.
-¿Qué cosa?
-Que me dedique el libro con el siguiente texto: "Al que fue capaz de robarme la cartera, pero incapaz de robar mi poesía".
-¡Delo por hecho!
-OK, nos veremos muy pronto.
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Que historia tan agradable, me encantó
ResponderEliminarAna Laura
Para escribir estas narraciones, es necesario tener un poder imaginativo enorme, te doy las gracias Antonio Jesús por deleitarnos con tus escritos.
ResponderEliminarEmi Cánovas.
Simplemente precioso. Menuda imaginación . Eres admirable
ResponderEliminarDesde luego es sorprendente y atípica ¡el ladrón mecenas! que ingenio
ResponderEliminares admirable cuando alguien escribe pues no todos lo hacen pero para los que escriben es algo normal me ubiese gustado mas misteriosa o mas desarrollada por el titulo pense otra historia pero me equivoque suerte para la otra amigo...
ResponderEliminarmuy interesante el relato y especialmente, cómo el misterio de la palabra es capz de transformar el interior de un ser humano en circunstancia difícil.Muy bueno me gustó
ResponderEliminarPrecioso relato.Sencillo, fresco... El final me sacó una sonrisa. Gracias
ResponderEliminarEs un relato muy original en su contenido...y que hace pensar...que todas las cosas que ocurren...casi siempre son por algo...y que una persona según sus circunstancias puede verse obligado a hacer algo que no le gusta...pero que en determinado momento...esa misma persona...puede hacer la obra más bonita que quizás otra persona sin sus situación...no hubiera hecho...muy bonito relato...denota una gran imaginación....!ME GUSTA!
ResponderEliminarLo creo es de esas cosas que sólo lograría la poesía
ResponderEliminarun abrazo
Francisco (desde el otro lado del mar)
quien robara las tuyas seguro se enamoraria .de ellas..
ResponderEliminar.....kela......
Eres un increible poeta estoy sin palabras sigue asi siemprel
ResponderEliminarMe encanto,pero parece salido de un sueno, y esa frase de la dedicatoria, al que fue capaz de robarme la cartera,pero no mi poesia!
ResponderEliminarMuy buena frase!FELIZ 2015 Antonio!
Buen relato.
ResponderEliminarManuel Cado