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miércoles, 17 de agosto de 2011
NOCHE CUAJADA DE ESTRELLAS...
Noche de caricias llena
en luz de amor recreada.
Voz de luna nacarada
brillando con dicha plena.
Besos de pasión serena
encontrando tu mirada
y adornando la almohada
con guirnaldas de verbena.
Arco iris rutilante
sellando en el firmamento
el sí de nuestro destino.
Mágica paz anhelante
inspirada en este encuentro
que se transforma en divino.
Autor: Antonio Jesús Ballesteros Izquierdo
© Todos los derechos reservados.
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POESÍA DE AMOR
¡FUEGO EN EL CUERPO!
Como un rayo de energía
tus entrañas sacudí,
porque en tu cuerpo viví
un amor que enloquecía.
Gocé con lo que sentías,
y tanto y tanto sentí,
que alma y vida puse en ti,
en canto de poesías.
Una infinita ternura,
fijó en nuestros corazones
latidos de primavera.
Noches que con gran dulzura,
nos hablaron de pasiones
cuya esencia es verdadera...
Autor: Antonio Jesús Ballesteros Izquierdo
© Todos los derechos reservados.
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POESÍA DE AMOR
(5) LOS CALCETINES FLUORESCENTES
EL OVNI
Era una calurosa noche de verano. Me acerqué
a la ventana de mi habitación. La abrí por
completo y miré las estrellas mientras me preguntaba qué tal luciría en el cielo uno de mis CALCETINES FLUORESCENTES.
Sería divertido ver la cara que pondría la Luna
al verlo a su lado, compitiendo en brillo...
¡Dicho y hecho! Metí una bolsa de plástico dentro de mi Calcetín Verde Fluorescente. Luego la llené de gas con la carga que utiliza mi madre para hacer el sifón. Lo até todo muy bien y le puse un hilo de "nylon" bastante largo, de esos que papá utiliza en la caña de pescar.
Y con toda la fuerza que pude, lancé rápido mi Calcetín Fluorescente a las estrellas...
Subió como una flecha. En unos momentos ya
era compañero de la Luna.
Qué sensación tan maravillosa, verlo brillar en el cielo de la noche.
Pero pasado un rato, empezaron a oirse varias
sirenas de coches de policía. Me levanté de
la cama. Me asomé a la ventana y miré la calle.
Toda la gente (y había muchísima), estaban
mirando al cielo... Luego llegaron los de la tele.
¿Qué es lo que estaba pasando para que se
armase tanto jaleo en la calle?
Para mi, el cielo estaba como todas las noches... Bueno, como todas las noches no estaba. Tenía mi Calcetín Fluorescente junto
a la Luna... ¿Estarían mirando mi Calcetín?
No lo creo. Menuda tontería sería eso.
Me estaba entrando mucho sueño. Cerré bien
la ventana para no oir a los de la calle, y me
volví a la cama, olvidándome de recoger mi Calcetín Fluorescente.
Tuve una pesadilla. Soñe que un avión volaba muy alto y que una de sus alas rompía el hilo que sujetaba mi Calcetín Fluorescente.
Me desperté sobresaltado. Eran las 5 de la
madrugada. Fuí corriendo hacia la ventana y
la abrí para ver si mi Calcetin seguía junto a
la Luna.
Respiré con alivio. Todavía estaba alli, al lado de la Luna. Pero quise quedarme más tranquilo y lo recogí. Si perdía el gas se caería y me
quedaría sin él para siempre.
Saqué el gas del Calcetín. De nuevo volví a la cama. Todavía podría dormir un par de horas.
Al día siguiente, en el cole, todos hablaban de
lo mismo... ¡El Ovni!... Y mis amigos enseguida
me dijeron: -¿Aún no te has enterado Quique?.
Anoche había un Ovni verde brillando en el cielo. Hoy, hasta ha salido la foto en la prensa.
Y también dicen que saldrá la noticia en el telediario de la tarde.
Ahora lo comprendí todo. ¡El Ovni que vieron
era mi CALCETÍN FLUORESCENTE!...
Pero no podía contarles la verdad, después del gran jaleo que se había armado en la calle la noche anterior. Si lo contaba, eran capaces de meterme en la cárcel.
Así que me guardé mi secreto y les dije a todos
mis compañeros del cole: -Es muy posible que
ese Ovni vuelva a verse cualquier otra noche,
y que quizás su luz sea de color rojo... Ya sabeis que los seres de otros planetas cambian el color de sus naves cuando les da la gana...
DIBUJO: ANTONIO JESÚS |
Autor: Antonio Jesús Ballesteros Izquierdo
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LOS CALCETINES FLUORESCENTES
martes, 16 de agosto de 2011
(4) LOS CALCETINES FLUORESCENTES
LOS PAPÁS DE AURORITA
Un día, Aurorita me invitó a comer a su casa
para conocer así a sus padres.
No me apetecía nada de nada ir. Seguro que
sus padres eran tan cursis como ella...
Pero Aurorita se puso tan requetepesada
(me lo había pedido más de 15 veces), que
al fin, y para que se callase de una vez por
todas, tuve que decirle que iría.
Conocí a doña Aurora y a su marido don Claudio. Y no eran cursis... eran cursilísimos.
Lo que menos me gustó de su familia fue la perrita "Lokita" (vaya nombre tonto que le habían puesto a la chucha). Una gamberra con
orejas y rabo, que no paraba de olerme mis
CALCETINES FLUORESCENTES y ladrar.
Yo estaba muy hartito de tanto jaleo.
Durante la comida, los papás de Aurorita
preguntaron a su hija por qué tenía como
amigo a un chico que llevaba unos calcetines
tan llamativos y vulgares...
Aurorita les contestó, que de vulgares nada de nada. Que formaban parte de mi personalidad,
y que a ella le gustaba mucho todo lo que yo me ponía.
¡Toma ya! Menudo éxito tenía yo con Aurorita.
Pensándolo bien, no me parecía ahora tan cursi. Aurorita sabía lo que quería. Me quería
a mí, y a mis Calcetines Fluorescentes.
A las 5 de la tarde me despedí de sus padres
y de la perrita "Lokita", a la que dí un pisotón
en todo el rabo, para que tuviese un buen
recuerdo mío...
Aurorita dijo que se venía conmigo y que nos
iríamos al cine a ver una peli de aventuras
(nos encantan a los dos).
-Tengo un regalito para ti -me dijo con su fina
vocecita de niña medio enamorada-.
-¿Me vas a regalar algo, Aurorita? -le dije todo
emocionado-.
-Pues sí... Esto es para ti. Ábrelo con cuidado
no vaya a romperse...
La verdad es que estaba un poco nervioso y
algo extrañado... Lo abrí, y me quedé super,
super contento. ¡Lo que a mí tanto me gustaba!
Una bola de cristal, parecida a las de navidad, de esas que las vuelcas y cae la nieve...
Pero ésta era algo distinta, la movías, y de
repente se veían y escuchaban fuegos artificiales dentro de la bola de cristal... toda una pasada...
Y sin pensarlo más, cogí a Aurorita de las manos y, acercándome a ella, le dí un beso de
agradecimiento en la mejilla...
Ella se puso colorada, colorada... muy colorada. Pero no de una mejilla, sino de las dos...
Autor: Antonio Jesús Ballesteros Izquierdo
© Todos los derechos reservados.
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LOS CALCETINES FLUORESCENTES