martes, 16 de agosto de 2011

(4) LOS CALCETINES FLUORESCENTES


LOS PAPÁS DE AURORITA


Un día, Aurorita me invitó a comer a su casa
para conocer así a sus padres.
No me apetecía nada de nada ir. Seguro que
sus padres eran tan cursis como ella...
Pero Aurorita se puso tan requetepesada
(me lo había pedido más de 15 veces), que
al fin, y para que se callase de una vez por
todas, tuve que decirle que iría.

Conocí a doña Aurora y a su marido don Claudio. Y no eran cursis... eran cursilísimos.

Lo que menos me gustó de su familia fue la perrita "Lokita" (vaya nombre tonto que le habían puesto a la chucha). Una gamberra con
orejas y rabo, que no paraba de olerme mis
CALCETINES FLUORESCENTES y ladrar.
Yo estaba muy hartito de tanto jaleo.

Durante la comida, los papás de Aurorita
preguntaron a su hija por qué tenía como
amigo a un chico que llevaba unos calcetines
tan llamativos y vulgares...

Aurorita les contestó, que de vulgares nada de nada. Que formaban parte de mi personalidad,
y que a ella le gustaba mucho todo lo que yo me ponía.




¡Toma ya! Menudo éxito tenía yo con Aurorita.
Pensándolo bien, no me parecía ahora tan cursi. Aurorita sabía lo que quería. Me quería
a mí, y a mis Calcetines Fluorescentes.

A las 5 de la tarde me despedí de sus padres
y de la perrita "Lokita", a la que dí un pisotón
en todo el rabo, para que tuviese un buen
recuerdo mío...

Aurorita dijo que se venía conmigo y que nos
iríamos al cine a ver una peli de aventuras
(nos encantan a los dos).

-Tengo un regalito para ti -me dijo con su fina
vocecita de niña medio enamorada-.

-¿Me vas a regalar algo, Aurorita? -le dije todo
emocionado-.

-Pues sí... Esto es para ti. Ábrelo con  cuidado
no vaya a romperse...

La verdad es que estaba un poco nervioso y
algo extrañado... Lo abrí, y me quedé super,
super contento. ¡Lo que a mí tanto me gustaba!
Una bola de cristal, parecida a las de navidad, de esas que las vuelcas y cae la nieve...

Pero ésta era algo distinta, la movías, y de 
repente se veían y escuchaban fuegos artificiales dentro de la bola de cristal... toda una pasada...

Y sin pensarlo más, cogí a Aurorita de las manos y, acercándome a ella, le dí un beso de
agradecimiento en la mejilla...

Ella se puso colorada, colorada... muy colorada. Pero no de una mejilla, sino de las dos...


DIBUJO: ANTONIO JESÚS

Autor: Antonio Jesús Ballesteros Izquierdo
© Todos los derechos reservados.

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