jueves, 4 de agosto de 2011

(2) LOS CALCETINES FLUORESCENTES...



                         EL CONCIERTO

Sin muchas ganas, el domingo por la tarde
fuí al concierto con mi amiga Aurorita. Había
que gastar las entradas... Eran de las buenas... ¡Primera fila del patio de butacas!
Pero ni aún así me apetecía ir. Me consolé
pensando que lo que es gratis no cuesta dinero. Y a concierto regalado no le mires el violín.

La música clásica le encanta a Aurorita. Al menos ella se lo pasaría entretenida.


Aurorita es una niña un poco cursi, pero muy guapa. Me cae muy bien. Digamos que me gusta bastante...


Silencio total. El concierto habia empezado.
Primero pusieron "El Lago de los Cisnes", de
Tchaikovsky. Reconozco que es un musiquillo
que no está mal, pero yo toco mucho mejor
la armónica.


Aurorita estaba emocionada. Ponía los ojos
en blanco. Debía de entusiasmarle esa
partitura.


Mientras tanto, yo estaba muy entretenido
viendo cómo el director de orquesta no paraba
de pegar broncas a todos los músicos. A uno,
de poco le parte la batuta en la cabeza...
¿Qué estaría pasando?


De repente la orquesta se quedó muda en
mitad del "Bolero de Ravel" (que es la pieza
que interpretaban en ese momento).


Un músico que tocaba el violín le dijo al director:
-¡Esto no hay quién lo aguante! ¡No hay derecho! ¡Así no podemos seguir tocando! Señor director, la vista se nos va allí... allí...
Mire, mire... -y su dedo me señaló-, mejor dicho, señaló a mis calcetines fluorescentes,
mientras el teatro entero se nos quedaba mirando.





Lógico, con lo oscuro que estaba todo, mis
calcetines brillaban como locos en primera
fila. Pero no creo que la cosa fuese para que los músicos se pusiesen de esta forma. Eran todos unos exagerados de mucho cuidado.



Entonces sucedió lo inesperado. El director de
orquesta se acercó a mi todo cabreado y me
pidió que me subiese a un palco, junto con mi amiga. Lo hicimos, y "El Bolero de Ravel" pudo
ya continuar sin ningún problema.


¡Menudo domingo! Resulta que con tanto jaleo
acabé pasándomelo fenomenal, a pesar de que no me apetecía ir al concierto. A veces, donde menos te lo imaginas te diviertes un montón.


Pero la pobre Aurorita se lo pasó fatal. Se puso
roja de vergüenza. Su cara parecía un tomate
maduro. Aunque, pese a este pequeño lío, también disfrutó con la música, a su manera...



DIBUJO: ANTONIO JESÚS
  
     Autor: Antonio Jesús Ballesteros Izquierdo
     © Todos los derechos reservados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario